El segundo disco del vallecano, ‘Los Perros no Entienden Internet (…Y Yo no Entiendo Sentimiento)’ (Sonido Muchacho), es una cura a la evitación de las pantallas, una mirada a pasado y futuro muy rítmica (y perruna)
Quién no se ha visto en el espejo de los ojos de un perro y ha dicho: ahí es donde quiero estar. Mirar a los ojos de un animal es mirar el mundo como si fuese la primera vez. Su sencillez, su simpleza, su fantástica bobería.
Hay algo de ese gesto que retuerce las tripas, que aplana el pensamiento, que disuelve el ego. Y que deja la vida limpia, como lista para usarla de nuevo. El escritor John Berger revolucionó la forma de entender el arte y la sociedad, entre otros, por volver la vista hacia nuestro entorno más inmediato y olvidado, el natural. En su ensayo Por qué miramos a los animales (1977) dió claves de porqué hemos dejado de observarlos, una pista: no podemos soportar su libertad. Por ello, Marcos Crespo se vuelca ferozmente en su segundo disco de estudio en Lucas, un compañero perruno que lleva más de trece años con él. Y lo hace sin ñoñería. En su expresión encuentra una reconexión con su pasado, con su ser más honesto, todo para dejar atrás fórmulas evitativas.
De esa conexión con Lucas, el precioso título: Los Perros no Entienden Internet (…Y Yo no Entiendo de Sentimientos) (Sonido Muchacho, 2025). “Si está feliz, [Lucas] disfruta al máximo y si está triste llora un rato. Tengo que aprender de él, que no entiende inglés ni español, ni Internet ni nada, pero que lo tiene claro y pasa sus días tranquilo”, expresa el vallecano. Esa es la filosofía de Snoopy, reflexiona en TikTok la psicóloga Lu Beccassino: “No todo lo que importa tiene que ser útil”. A veces se trata de descansar y mirar las nubes.
El músico se deja –me permitirá la expresión– de hostias y recurre a ritmos vertiginosos, fraseos y punteos vitalistas (“Vacaciones para siempre”), una voz directa, cavernosa, casi susurrante, sintetizadores que bailan himnos generacionales (“Domingo químico”); una pátina nostálgica, sí, pero que esta vez busca y encuentra… ¿Un verano olvidado, de los de antes, puede convertirse en una realidad (“Cómo será vivir en el campo”)? Como nos tiene acostumbrados, no se casa con estructuras ni géneros. Dígase “Qué pena que nos vayamos a olvidar” o “Éxodo”, un interludio a modo de cosmovisión. Una conversión brutal entre lo digital y lo analógico. Hay dibujos animados sampleados, también el Animal Crossing, lluvia cayendo sobre el parabrisas yendo al estudio de Paco Loco (productor), guitarras pasadas por mil sitios, muchísima reverb de los noventa.
Los Perros no Entienden Internet es el resultado de tres años de maduración. Una demostración más de que Marcos tiene una forma única de relacionarse con su presente, de convertir la rabia y el dolor en canciones mágicas. De fisgar, rascar, donde nadie más se atreve. Si los perros saben qué hay que hacer, como canta en “Balada de los perros”, sólo hay que mirarlos y, como ha hecho él, tener el arrojo de seguirles. Como un loco. A muerte.
Yeray S. Iborra, periodista musical y docente.




















