“Ruidos en auriculares para chicos que pasan su tiempo sentados en la calle”. Así arranca “La Balada de los Perros”, el nuevo single de Depresión Sonora, que sirve como obertura de su próximo álbum. Es una imagen generacional, directa y desoladora con la que el artista madrileño vuelve a explorar ese espacio difuso entre el desencanto urbano y la búsqueda de sentido vital: una canción que parece hablarnos desde un banco cualquiera, en un barrio cualquiera, en la voz de cualquier chaval.
Depresión Sonora fue, sin discusión, la leyenda definitiva del post-punk en español, una voz generacional que canalizó el malestar urbano y las crisis existenciales de la juventud con lucidez, sensibilidad y algo de nihilismo. Pero ahora, sin negar esa raíz, el proyecto se reinventa hacia una forma más humana y adulta, menos ligada a una moda concreta (ya superada) y más conectada con una búsqueda artística de largo aliento. “Esta fue la primera canción que escribí para el nuevo disco”, cuenta Crespo. “Nació de una frase escrita en una pizarra en mi cuarto, y aunque al principio no creía que encajara con Depresión Sonora, terminó marcando el tono del álbum entero”.
La canción es, como su propio nombre indica, una balada a guitarra acústica que camina entre percusiones puntillistas que suenan a un tiroteo lejano. Producida por Crespo junto a Harto Rodríguez, con mezcla de Chris Coady (Yeah Yeah Yeahs, Beach House) y máster de Greg Obis, el tema abre un paisaje más austero que sus entregas anteriores: una especie de folk postindustrial desde los márgenes, más maduro en su relato pero que todavía huele a litrona de la tienda de alimentación más cercana. Un punto de partida que deja atrás etiquetas, mantiene la crudeza y propone una nueva forma de contar lo de siempre: el cansancio, la calle, el ruido, los chavales.