Marcos Crespo nació en Vallecas en 1997. El apunte biográfico no es capricho: las temáticas de sus canciones exploran las inquietudes de un veinteañero de extrarradio en su cruce por las turbulencias emocionales de la etapa vital que afronta. En el apartado musical, se nutre del post-punk originado en décadas pretéritas, pero su discurso radiografía un presente que es el suyo y el de toda una generación fatigada, ansiosa y empujada sin alternativa al hiperproductivismo. Sus letras guardan un valor archivístico, testimonio de su propio tiempo. Si no has crecido en este contexto de dominio digital y recesiones económicas, tal vez te cueste un poco más entenderlo por mucho que puedas disfrutarlo igual.Seguramente, esto explique el tempranero éxito de Depresión Sonora en México y los sold outs de sus primeros conciertos en Madrid. Los orígenes del proyecto se remontan a 2020, año fatídico en el que Marcos, encerrado en su cuarto, hizo de todo mientras ahí fuera no pasaba nada. La coyuntura determinó el marcado carácter introspectivo de los cinco cortes que componen su EP homónimo. Aquel debut, publicado por cuenta propia primero y recuperado en formato físico por Sonido Muchacho meses después, nos revelaba las virtudes que más adelante confirmaría en sucesivos lanzamientos. La pegada y el acierto melódico de canciones como “Ya no hay verano” evidenciaban que estábamos ante un diamante en bruto.
En 2021, “Historias tristes para dormir bien”, un nuevo EP de cinco temas, prolongaba su estado de gracia y confirmaba a Depresión Sonora como una sensación a ambos lados del Atlántico. Esta obra sirvió para apuntalar un sonido de vocación lo-fi dominado por correosas cajas de ritmos y martilleantes líneas de bajo. Aciertos como “Apocalipsis virtual”, “Tú no me tienes que salvar” o “Gasolina y mechero” fueron combustible para propulsar las primeras giras por Latinoamérica y España, colgando el cartel de “no hay billetes” allá por donde pasaban.
Con la publicación de su disco de debut llegó la consagración. “El arte de morir muy despacio” se puede entender como el reverso nihilista y sarcástico de esos manuales de auto-ayuda a los que Marcos y los de su edad han sido sobreexpuestos. Se trata de un álbum conceptual dividido en tres partes, abordando en cada una de ellas distintas etapas vitales. “Parte I: Introducción a la entropía” transmite cierta inocencia no exenta de mala leche. El segundo bloque de canciones, encabezado por “Parte II: la abrazo con fuerza (carta a la soledad)”, tiene un sonido más saturado. Con el final de la obra llega la aceptación, “Parte III: muerte y resurrección”. Así concluye una crónica que, de tan personal que resulta, acaba interpelando a una generación entera. Lo que sí es personal e intransferible es el sonido patentado por Depresión Sonora: digital pero con los pies en tierra, post-punk para un momento post-todo.