A lo tonto El Buen Hijo llevan cinco años paseando sus canciones por los escenarios y las platafomas convertidos en una suerte de eterna promesa de la escena indie pop de guitarras. Una escena que hasta hace poco dominaba el circuito musical alternativo y quede un tiempo a esta parte ha perdido cierto foco, deslumbrada por el intenso fulgor de todo lo que cuenta con pedigree urbano. Cinco años puede parecer mucho tiempo visto con perspectiva pero ,pandemias al margen, no lo es tanto en realidad para un grupo que ha madurado con calma, atendiendo en paralelo a los proyectos de algunos de sus componentes (Cariño, Daniel Daniel, Chavales, Sant Miquel…).
Y eso a pesar de que El Buen Hijo conoció un inesperado éxito cuando canciones como La fatalidad de las cosas, Pekin, El hombre del tiempo o Walasse Ting aparecieron en la banda sonora de la popular serie de Netflix Paquita Salas. En cualquier caso todo eso pertenece a otro momento en la vida del grupo, cuando Marco, Alicia, Daniel, Cham y Miquel autoeditaban sus primeras canciones sin muchas pretensione smás allá de sentar las bases del proyecto.
¡PAN PAN PAN! es su primer largo y también su primera referencia de la mano de Sonido Muchacho, una colección de canciones que trasciende el encanto naive de sus primeras grabaciones y nos presenta a una banda perfectamente engrasada, entregada a una reivindicación del pop de guitarras que supone-¡quién lo iba a decir!-un soplo de verdad y de aire fresco entre tanto sonido enlatado y abuso del autotune que caracteriza al actual contexto de tiranía urban. De Vainica Doble a The Undertones, de Frankie Cosmos a Los Fresones Rebeldes, estas once canciones contienen en su ADN las influencias de todo lo que El Buen Hijo llevan asimilando desde hace tiempo como auténticos connaisseurs de varias décadas de tradición pop.
Temáticamente el grupo nos sitúa en Río de Janeiro (¡cómo no!), a la orilla del Guadiana o nos pone a pasear por rincones perdidos de la provincia de Badajoz para plantearnos una serie de viñetas en las que el amor se presenta como un delgado hilo siempre a punto de quebrarse. Pero donde El Buen Hijo definitivamente da su particular salto de gigante es a la hora de arreglar unas canciones que basculan entre el intimismo doméstico de El Puente Romano y el frenesí cuasipunk de Un día especial o ¡Cuánta variedad!. Entre medias en ¡PAN PAN PAN! encontraremos toda una variedad de registros siempre con el mismo nexo de unión: la obsesión de la banda madrileña por las melodías tarareables, una obsesión que convierte a cada uno de estos once temas en sinestésicos estallidos multicolor.
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