Marcos Crespo nació en Vallecas en 1997. El apunte biográfico no es capricho: las temáticas de sus canciones exploran las inquietudes de un veinteañero de extrarradio en su cruce por las turbulencias emocionales de la etapa vital que afronta. En el apartado musical, se nutre del post-punk originado en décadas pretéritas, pero su discurso radiografía un presente que es el suyo y el de toda una generación fatigada, ansiosa y empujada sin alternativa a la hiperproductividad. Sus letras guardan un valor documental, testimonio de su propio tiempo. Si no has crecido en este contexto de dominio digital y recesiones económicas, tal vez te cueste un poco más entenderlo, pero lo vas a poder disfrutar igual. Depresión Sonora tramita el pasado y el presente para sonar contemporáneo y necesario.
Los orígenes del proyecto se remontan a 2020, año fatídico en el que Marcos, encerrado en su cuarto, hizo de todo mientras ahí fuera no pasaba nada. La coyuntura determinó el marcado carácter introspectivo de los cinco cortes que componían su ya mítico EP homónimo. Aquel debut, publicado por cuenta propia primero y recuperado en formato físico por Sonido Muchacho meses después, nos revelaba las virtudes que más adelante confirmaría en sucesivos lanzamientos. La pegada y el acierto melódico de canciones como Ya no hay verano evidenciaban que estábamos ante un diamante en bruto.Era cuestión de tiempo que el resto del planeta reparara en él.
Un poco más tarde, en 2021, llegaba Historias tristes para dormir bien, EP de cinco temas que prolongaba su estado de gracia compositivo y confirmaba a Depresión Sonora como una sensación a ambos lados del Atlántico. Esta obra sirvió para apuntalar un sonido de vocación lo-fi dominado por correosas cajas de ritmos y martilleantes líneas de bajo. Aciertos como Apocalipsis virtual , Tú no me tienes que salvar o Gasolina y mechero fueron combustible para propulsar las primeras giras por Latinoamérica y España, colgando el cartel de no hay billetes allá por donde pasaban.
Con la publicación de su disco de debut en 2022 llegó la consagración definitiva. El arte de morir muy despacio se puede entender como el reverso nihilista y sarcástico de esos manuales de autoayuda a los que Marcos y los de su edad han sido sobreexpuestos. Se trata de un álbum conceptual dividido en tres partes, abordando en cada una de ellas distintas etapas vitales. Parte I: Introducción a la entropía transmite cierta inocencia no exenta de mala leche. El segundo bloque de canciones, encabezado por Parte II: la abrazo con fuerza (carta a la soledad) , tiene un sonido más saturado y subyugante. Con el final de la obra llega la aceptación, Parte III: muerte y resurrección . Así concluye una crónica que, de tan personal que resulta, acaba interpelando a una generación entera.
Tras esa esperadísima ópera prima, Marcos no se ha dormido en los laureles. Más bien al contrario, se ha sumergido en una efervescente etapa de conciertos y nueva música. Han llegado colaboraciones con artistas como Carolina Durante, Javiera Mena o Los Punsetes y se ha gestado un nuevo EP, Makinavaja, que vió la luz a principios de 2024 y que supone su candidatura a ser una estrella del pop.
Canciones que pugnan entre la luz y la oscuridad, la melodía y el riesgo artístico. Parámetros en los que Depresión Sonora se mueve sin concesiones sobre lo que se espera de él o de artistas como él. Ocurre al contrario: la generación de músicos que encabeza se mueve con sus propias reglas y sus innegociables concepciones artísticas y emocionales.El público no ha hecho más que aplaudir su acusada personalidad y puntería creativa, llenando las actuaciones más grandes de su carrera en España, México y Estados Unidos y confirmando presencia en festivales de la talla de Coachella, Primavera Sound y Vive Latino. Una carrera en crecimiento constante que no parece tener fin y que comienza ahora su etapa más apasionante.
Esta nueva etapa, comienza con sus últimos lanzamientos “La Balada de los Perros” y Me Va la Vida en Esto, adelantos de su próximo disco Los Perros No Entienden Internet , previsto para este otoño. En este nuevo trabajo, Marcos se mueve con la lógica del mismo chaval que reventó Internet durante la pandemia: la de quien arriesga sin calcular, no porque no le importe perder, sino porque entiende que el juego es también una forma de resistencia. Y aunque remite a los orígenes de Depresión Sonora, el título del álbum da un giro de 180 grados: el artista que creció en los márgenes de la digitalidad homenajea ahora a quienes no se reconocen a través de una pantalla.
Depresión Sonora: La banda sonora de una generación.