Empezar un disco con un discurso de Pepe Mújica es una declaración de intenciones. Que la primera frase cantada en tu disco diga “Ni estudio ni trabajo” es una declaración de intenciones. Hacer un disco de rock urbano siguiendo un linaje tan variopinto como Rolling Stones – Primal Scream – Los Planetas – Spaceman 3 – Carlos Berlanga – The Make Up – Motown – Astrud y no hacerle ascos al autotune es una declaración de intenciones. Kokoshca se niegan a envejecer. Kokoshca odian el trabajo y buscan la felicidad entre bares, desencuentros, revolcándose en la nostalgia y huyendo de ella. A Kokoshca les queman las baldosas.
Durante mucho tiempo la conversación con mis amistades fue la que sigue: (alguien cita a Kokoshca) Automáticamente yo: ¡Los mejores! A veces he jugado al final de la noche a intentar encontrar una canción en castellano que gane a las mejores canciones de Kokoshca. He pasado una hora haciéndolo hasta agotar a mis acompañantes y vaciar el bar. Es muy difícil sacarme de mis trece porque realmente tienen uno de los cancioneros más increíbles de su generación. Y su generación incluye a varias generaciones porque el sentimiento es inmarchitable. Kokoshca es una forma de estar en la vida con el convencimiento de que todo podría ser distinto y casi mejor vamos a emborracharnos.
En “La juventud” están todos los temas de Kokoshca. Según la escritora Anna Pacheco (en el podcast del grupo, “La juventud”, donde han invitado a gente como El Drogas, Isa -Triángulo de Amor Bizarro- y a Anna Pacheco) estos son: Canciones para no olvidar a alguien, canciones para no trabajar y canciones para no acabar la fiesta. A veces todo a la vez. A mi me gusta pensar que la discografía de Kokoshca le pasa toda al protagonista de “La fuerza”. Le busco en cada disco para ver cómo está. Saber si sigue yendo a los bares peores, si pasó página (nunca lo hizo), si me cae bien todavía. Ese hilo vital les mantiene vivos. El personaje envejece, se desdibuja, persigue ciertas cosas. El poso de los discos, lejos de enterrarles en el tedio les sirve de escalera para llegar a los estantes más altos, repitiéndose aquello que decía Verdaguer primero y Surfin’ Sirles después: “señor dame alas o quítame las ganas de volar”.
“La juventud” es el quinto disco de Kokoshca -el noveno si contamos con sus primeros CD-Rs- y es posible que el mejor. Todos sus estribillos conducen a la afonía, las guitarras suenan mejor que nunca, siguen sumando géneros sin que parezca que han cambiado -el corrido tumbado de “mi barrio” o la cumbia dub de “nos pasa siempre”-, y hay parodia, nostalgia, baile, aspereza, muchos mareos y nervio. Está grabado hace un año en Grabaciones en La Mina por Raúl Pérez y parece un grande éxito. El último clásico del pop-rock español. ¡Los mejores!
Texto de Quique Ramos.