El debut en largo de La Trinidad, “Los edificios que se derrumban”, es la ópera prima de tres jóvenes malagueños, de apenas veinte años, que han decidido devolver al rock a la primera línea con un disco de power-pop redondo y perfecto: canciones directas, mordaces, y a la yugular, que beben por igual de Ilegales, Eskorbuto, o The Replacements; referentes a los que se atreven a mirar a la cara.
Una ópera prima que además viene producida por John Agnello, encargado de dirigir a bandas como Kurt Vile, Dinosaur Jr. o Sonic Youth, y grabada por Paco Loco en su estudio de El Puerto de Santa María. Un combo perfecto para un álbum que debería haber visto su salida en la primera mitad del año, pero que se merecía una salida con un mejor contexto, porque de verdad, es uno de los lanzamientos del año.