Un piano-funk contemporáneo simplificado, el tema se enrosca en melodías imposibles para formar un himno antiestival
Un piano juguetón y algo desquiciado y una guitarra funk nos invitan a lo oscuro en el arranque de la nueva canción de Marta Movidas, Vamos a la sombra. Nos invitan a dejar atrás el abrasador verano de las ciudades arboricidas y a bailar bajo las luces de neón de un “espacio liminal en el vacío terrenal”. Nos invitan a imaginar, un poco más de la cuenta, que es lo que hace una cuando tiene demasiado tiempo libre. “Odio el puto verano porque estoy tan aburrida que saco esos demonios que no quiero sacar”, dice Marta sobre su nuevo sencillo, y no le falta razón. Esos demonios, serpientes que en la desértica travesía veraniega te tientan con la sombra, se hacen presentes enroscándose en frenéticos sintetizadores a lo largo de todo el tema, que encarna también en cierto modo la pereza a la que aboca el estío: con una rueda de solo cuatro acordes que se repite insistentemente, Vamos a la sombra es una de las canciones más sencillas a nivel de estructura de Martillo, y presenta una forma simplificada de los delirios piano-funk de bandas como Zutomayo, siguiendo la estela de No sé qué hacer cuando te encuentro, single que ya conocimos en primavera.
Vamos a la sombra es el cuarto y último adelanto de Martillo, el segundo álbum de la compositora madrileño-alcarreña, que verá la luz inminentemente en el sello Sonido Muchacho. Una mitad perfeccionada de Yunque, su EP de 2023, y al mismo tiempo una continuación; un opuesto y del mismo modo un complemento inseparable. Martillo, compuesto íntegramente por Marta Movidas, grabado en Madrid junto a Miguel Nicolás (guitarra) y Luis Vázquez (batería en siete de los diez temas del disco) con la colaboración de Manolo Parra (bajo en las dos primeras canciones), producido por Bearoid, masterizado por Bernie Calvo y mezclado en Japón en el estudio de Yoshinori Adacchi por Sintaro Gato (…en vez de nacer martillo), Keita Watanabe (Hay dos puertas con dos guardias a la entrada), Kazuaki Takanishi (No sé qué hacer cuando te encuentro y Vamos a la sombra), Wataru Namifusa (Creo que ya no puedo más y Mariposa bianor), Kotaro Kosaka (Calvario), Masahiro Shinbo (Qué le digo a mis amigos y Guadaña de iridio) y Mitsutaka Seki (Una luz ilumina el rastro), marca una nueva etapa para su carrera. Una que sigue los puntos suspensivos dejados por el camino, que no renuncia al pasado como punto de fuga y como refugio pero que mira hacia el futuro con brillo en los ojos. Hacia una resplandeciente ciudad pop.