Con Mediapunta a veces es mejor no saber. Excesivos y deslenguados, el pop insolente de los aragoneses dice tanto con lo que cuenta como con lo que calla. Uno de los principales encantos del conjunto reside en su capacidad para retratar escenas sórdidas con un punto entrañable. En este caso, además, optan por un envoltorio sonoro a la altura del relato: melodía de calado instantáneo y energía cruda para retratar una de esas noches que no acaban jamás.
La de “Mañaneo” es otra de esas letras que hay que leer entre líneas. Si “Extraterrestres” nos mostraba su faceta más cinematográfica y “Pizza de Queso” su versión más romanticona, aquí nos topamos con los Mediapunta más pasados de vuelta. Propulsados, claro está, por una base rítmica de granito y una interpretación que si de algo va sobrada es de confianza. “No quiero sentirme solo” es el esperado debut en largo de los zaragozanos, que tras entregar un EP y dejar un reguero de singles sustanciosos, se encuentran preparados para dar el gran salto a la primera división del pop nacional.