Rojuu lleva siendo un rara avis en el contexto del pop de nuestro país desde que su nombre empezara a sonar entre los aficionados a las nuevas sensaciones hace cosa de un lustro. Tanto por una cuestión generacional como por el círculo de colaboradores del que ha venido rodeándose desde que arrancó su carrera musical, Rojuu ha estado asociado a los sonidos urbanos como una suerte de puente entre el fenómeno trap -o más concretamente de ese subgénero bautizado como sad trap- y aquellos nuevos géneros que todavía estaban por llegar.
Sin embargo la variedad de músicos y productores asociados a este nuevo trabajo de críptico título, el primero propiamente dicho bajo el sello Sonido Muchacho -el anterior, Grandes hits (antes de los 18), en realidad era un recopilatorio que preparaba el terreno a este disco- da ya una idea del terreno que empieza a pisar Rojuu, cada vez más una estrella pop en el más amplio sentido del término.
Nos referíamos a los colaboradores que han ayudado al joven artista barcelonés a dar forma a sus doce nuevas canciones. Rojuu, Carzé, Harto Rodríguez (componente de Antifan y habitual colaborador de C. Tangana), Oddluke, Markusiano (más conocido por su alias artístico Depresión Sonora) y Trillfox se encuentran tras los controles y aportan una cierta variedad a la paleta sonora de un disco que, sin embargo, si por algo destaca es por su coherencia formal y por confirmar que Rojuu cuenta con una voz propia e inconfundible.
Porque Kor Kor Lake, el bombazo con el que Rojuu aspira a trascender más allá del terreno de lo alternativo para convertirse en estrella global (ahí está esa colaboración con la mexicana Bratty en Nada me levanta) es en esencia un disco de pop levantado, como no podía ser de otra forma, con las herramientas que caracterizan al género a estas alturas de la película: ritmos sintéticos, bajos gruesos y líneas de sintetizador que aportan las dosis justas de melancolía, ese sentimiento al que todavía seguimos asociando a Rojuu.
Tanto da que, emulando a Danny L. Harle y PC Music, 100XRE a tu lado stare se arranque a ritmo de hardcore techno, en una recta final del disco que incluso se adentra en los terrenos del jungle con Post velada. El poso final que deja esta colección de canciones es que Rojuu ha entrado en una nueva etapa de madurez a todos los niveles. Compositivo sí, pero también a la hora de afrontar unas letras en las que definitivamente deja atrás los conflictos de la adolescencia para afrontar abiertamente otro tipo de cuestiones: desde luego las sentimentales, pero también las adicciones y su nexo de unión con los estados de ánimo, la difícil relación con el mundo de los adultos y un inevitable peterpanismo… Es una versión 2.0 de Rojuu y su singularísimo universo al que definitivamente todos estamos invitados a entrar.