Son muchos los motivos que te pueden empujar a iniciar tu carrera musical. Todos ellos muy respetables, por supuesto, pero el que llevó a Carla Rodríguez (Madrid, 2001) a empezar en esto no es otro que el amor genuino por la música pop. Para muestra, el origen del nombre de su proyecto, shakeitmila. Ese era el usuario de su fan account en Twitter, donde staneaba a dos de sus referentes: Taylor Swift (y su “Shake it off”) y Camila Cabello. Sus amigas la conocían así, como shakeitmila, por lo que tenía todo el sentido del mundo conservarlo. Su debilidad por el pop que devoraba cuando era todavía más joven no resulta tan evidente como pudiera parecer en un principio. Al menos, en esta nueva colección de canciones no es tan patente el influjo de los referentes arriba mencionados. Sí en el gusto por las melodías pegajosas e instantáneas, no tanto en el terreno estilístico. Carla eligió el camino del pop punk. Ya saben: una sección rítmica que es una apisonadora y guitarras crujientes que estallan en estribillos para cantar a voz en cuello. Rosa y negro inundando todos los rincones posibles. Y actitud, algo de lo que va sobrada. Como resultado, canciones trepidantes y adictivas; con pegada, sí, pero no por ello con menor capacidad para emocionar. Cuando te agarran, no te sueltan. Los de shakeitmila son de esos temas que te hacen llegar tarde a los sitios porque no los quieres dejar a medias, siempre necesitas un estribillo más. Tiene desparpajo y talento, presencia escénica y mucha hambre. Será una idiota en el amor, pero en lo estrictamente musical estamos ante una verdadera avanzada