Surfin’ Bichos retoma su actividad discográfica y lo hace en esta casa, en Sonido Muchacho. En 2023 verá la luz su primer álbum con material nuevo en más de tres décadas. Las bandas regresan para exprimir su legado —legítimo, pero aburrido— o para demostrar que pueden seguir aportando. Queda claro por qué opción se decantan los manchegos.
Para entender la trascendencia de Surfin’ Bichos, es necesario arrojar algo de luz sobre el contexto en el que surge el grupo. Para ello, hay que remontarse al final de la década de los 80, cuando la Movida agonizaba. Por aquel entonces, con una escena independiente nacional aún en ciernes, la irrupción del conjunto albaceteño lo cambió todo. Mientras el país miraba a otro lado, Fernando Alfaro, Joaquín Pascual, José María Ponce y Carlos Cuevas exploraban en sus grabaciones un rock crudo y visceral, repleto de referencias bíblicas, que abría un mundo de posibilidades. “La luz en tus entrañas” (1989), “Fotógrafo del cielo” (1991) y el celebrado “Hermanos Carnales” (1992) son obras cumbre, además de aportar las claves que permiten decodificar todo lo que se precipitó inmediatamente después.
Su impacto se extiende más allá del 94, año en el que termina la primera etapa de su aventura tras la publicación de “El amigo de las tormentas” (1993). Fue el punto de partida de muchas cosas; también el de otros conjuntos musicales que les han mantenido ocupados durante estos años. Hasta ahora. La máquina de Surfin’ Bichos no ha parado en todo este tiempo, pero en 2023 arranca de nuevo.