Cuando se tiene talento a borbotones, solo es cuestión de tiempo que el mundo se entere. La historia de María Blaya (Murcia, 1996) es la de una artista con un don natural para emocionar con su música. Capaz de sonar a la vez contemporánea y atemporal, aúna melodía y experimentación como si fuera sencillo. Mostrando un particular universo creativo que se muestra en cada canción. En continua evolución y siempre buscando nuevos caminos sonoros y personales.
Ya desde niña, María se interesó por la música en un ambiente familiar en el que sonaban artistas como Elvis o Los Beatles sin parar. La artista confiesa que todavía conserva un teclado Casio regalo de sus padres. Poco a poco y de manera autodidacta, Blaya fue aprendiendo canciones con la ayuda de Internet y consiguió venciendo la timidez con la que sentía su voz. Preludio necesario para todo lo que estaba por llegar.
El inicio ya serio de su carrera coincidió con el traslado de su Murcia natal a Madrid y desde el principio, María se destacó por su facilidad compositiva. Las (buenas) noticias no se hicieron esperar. De mi para ti, su primer tema, fue un triunfo inmediato que supera ya siete millones de reproducciones en plataformas y que ha estado en las bandas sonoras de series del calado de Élite y Valeria. Su primer EP, Silencio (2020), grabado de manera independiente experimentando con el software de grabación Logic Audio, confirmó las expectativas auspiciadas por los adelantos previos. Blaya se mostraba como una artista única, con una capacidad inaudita de ofrecer temas de altísimo calado emocional con pocos elementos. Menos es más cuando se cuenta con una voz así, trémula y llena de misterio.
Tras ese debut, María siguió sacando canciones que continuaban formando una acusada personalidad artística, limando un proyecto que ha ido ganando alcance paso a paso. No es casual que artistas de la talla de Natalia Lacunza (Corre), Rojuu (Si te vuelvo a ver), Blanco Palamera (el remix de Con los angelitos) y Daniel Sabater (la genial versión del Limón y sal de Julieta Venegas) hayan querido colaborar con ella.
En 2023 llega por fin su esperadísimo primer álbum. Un trabajo que no solo confirma su enjundia artística, sino que la eleva a la categoría de realidad del pop en castellano. María muestra aquí su lado más radicalmente íntimo, conquistando al oyente con una sinceridad salvaje que se articula a través de delicadas piezas sónicas. Son canciones de desarmante belleza que superponen capas sintéticas a elementos orgánicos. Ella misma lo describe como pop experimental, un buen resumen de un trabajo que derriba muros y etiquetas y que supondrá el gran salto adelante de María Blaya.
