La mirada de Judeline es local, pero el alcance de su música es global. Tánger y Zahara, dos localidades cercanas a su lugar de nacimiento, dan título al doble single más ambicioso de su corta pero meteórica carrera. Lo es, principalmente, por su acercamiento narrativo, terreno en el que hasta ahora no se había adentrado con tanta profundidad. El texto que vertebra ambas piezas narra un romance entre una chica andaluza y un chico que se dedica a cruzar de Tánger a Cádiz. Si lo tratamos como una unidad, estaríamos por encima de los cinco minutos, aunque encuentra la manera de que no se hagan largos. Por su arco narrativo, por su sorprendente estructura y por la desbordante cantidad de ideas que logra empacar, estamos ante una obra que desafía el cánon establecido para llevarlo a lugares aún por explorar (más allá de Tánger y Zahara).
“Zahara”, la cara B, es esperanza, separación y anhelo. En Zahara, lugar aspiracional plagado de mansiones, hay negocio tanto con lo que se transporta como con lo que cae al mar. “Tánger”, la cara A, incluye un guiño a Antonio Carmona que muchos habrán reconocido al instante. Aunque sea la primera vez que la escuches, se hace imposible no acompañar la voz de Lara con ese “para que tú no llores así, no pierdas la esperanza”. Mirada local, alcance global.