Los Estanques

Hay bandas que siguen su propio camino. Como esos barcos que van rompiendo el hielo en el Ártico, avanzando sin freno y mirando siempre hacia adelante. Los Estanques es una de ellas, quizá la que más. Ajeno a cualquier elemento que no sea habitar su propio universo, el cuarteto ha suscrito un compromiso irrenunciable con la creatividad, el tesón y el amor a la música. Radicados en Madrid, Iñigo Bregel (voz, teclado y guitarra), Germán Herrero (guitarra), Daniel Pozo (bajo) y Andrea Conti (batería) han ido demostrando paso a paso, disco a disco, concierto a concierto, que son un grupo de larguísimo recorrido que ha afianzado y multiplicado sus virtudes con cada lanzamiento.

Para encontrar el origen de Los Estanques hay que remontarse a 2017, cuando lanzaron de manera completamente autogestionada Contiene Percal, ópera prima que presentaba algunos de los puntos cardinales de su sonido: pasión por la psicodelia y amor por el rock de los años 70, pero siempre desde una perspectiva radicalmente personal y contemporánea. La prensa especializada y el público no tardaron en fijarse sobre un combo que desde el principio rebosaba carisma. Su continuación, II (The John Colby Sect/Inbophonic), publicado ese mismo año, asentaba definitivamente a la banda como referente de la escena rock en castellano. Una mirada atrás para analizar y quizá sobrellevar el presente.

Demostrando que jamás se han dormido en los laureles, apenas un par de años después entregaban otra de sus cumbres creativas. En este caso, se trataba de un álbum homónimo que ampliaba la paleta estilística del cuarteto, tiñendo de pop, tintes progresivos, funk, soul y jazz sus canciones, quizá las mejores que habían editado hasta la fecha. Fue una consolidación definitiva, por si alguien todavía albergaba dudas de la enjundia y profundidad de un proyecto único e inclasificable. La acogida fue unánime: disco del año. En 2020, haciendo gala de un ritmo de composición inaudito y envidiable, llegó IV, otra vuelta de tuerca a ese sonido de pop progresivo y psicodélico marca de la casa. Trabajo que, por cierto, tuvo que re-grabarse desde cero tras haber sufrido el robo de la copia final. En cualquier caso, desventuras aparte, el paso de los discos sólo hacía que elevar el repertorio y potencia de una banda que en directo es sencillamente apabullante.

Por si su contundencia creativa fuera insuficiente, en 2022 facturaron una de las grandes colaboraciones que se ha dado en la música española en los últimos lustros: en este caso, reclutaron a la vocalista Anni B Sweet para facturar al alimón el grandioso Burbuja cómoda y elefante inesperado, que también tuvo una fabulosa vida sobre los escenarios.

En 2024, por primera vez de la mano de Sonido Muchacho, entregarán su esperadísimo nuevo álbum. Con el título de V (no podía ser de otra manera), supone un paso de gigante en una trayectoria ya consolidadísima. Cada canción habita su propio universo, como si fueran capítulos de una novela infinita que se da la vuelta sobre sí misma en canciones-río de estructuras abiertas y mil retruécanos. Retruécanos, sí. Pero no trampantojos, pues cada acorde del disco -y hay muchos- supura verdad e incontinencia creativa, en el mejor sentido del término. Grabado, producido y mezclado por Íñigo Bregel en Bregel Estudios (Madrid) y Bregel Estudios (Lanestosa), supone la declaración definitiva de Los Estanques hasta la fecha, volando libre, trascendiendo géneros y etiquetas, conectándose a grupos de ahora -podríamos citar a King Gizzard, The Lemon Twigs o los que quieran-, ayer y siempre. Demostración empírica de que la música no entiende de fronteras, ni de modas, ni de tendencias. Los Estanques sólo siguen unas reglas: las suyas.

 

 

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